domingo, 13 de julio de 2008

LA RECTITUD QUE REPRESENTA EN NOSOTROS


A menos que su vida esté en armonía con los dogmas básicos del evangelio (ej,
pureza de pensamientos y acciones, motivos justos, obediencia, y dedicación) no
podrá ejercer la fe que le dé accesos a los poderes del cielo. (Véase Mormón 1:13-
14) El Señor ha estipulado que "los poderes del cielo... no pueden ser gobernados ni
manejados sino conforme a los principios de justicia." (DyC 121:36) Cuando uno
guarda los mandamientos, (paga un diezmo justo, estudia el evangelio, desempeña
concienzudamente sus cargos en la Iglesia, se abstiene de malas conversaciones) uno
puede utilizar los poderes del cielo para bendecir su vida.
Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no
hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis. (DyC 82:10)
Bruce R. McConkie nos dice que, "La fe es un don otorgado por Dios en
recompensa por nuestra rectitud personal. Siempre se da cuando hay rectitud; y
cuanto más obediencia a las leyes de Dios, mayor será la fe otorgada." [4] Por
consiguiente, sólo las personas que obedecen los principios de verdad que vienen del
Señor pueden ejercer su fe como fuente de poder.
Si Ud. puede contestar las siguientes preguntas en forma afirmativa, puede estar
seguro de que su vida está lo suficientemente en armonía con los principios del
evangelio como para ejercer su fe como principio de poder.
1. Si usted ha transgredido la ley de castidad, ¿ha sido absuelto por la
debida autoridad del sacerdocio?
2. ¿Se esfuerza usted por desempeñar sus obligaciones en la Iglesia,
asistiendo a las reuniones sacramentales y las del sacerdocio? 3. ¿Apoya usted al Presidente de la Iglesia como Profeta, Vidente y
Revelador, reconociendo que ningún otro hombre en la tierra posee todas las
llaves del sacerdocio?
4. ¿Apoya a los líderes locales y a las autoridades generales de la Iglesia?
5. ¿Paga un diezmo justo?
6. ¿Es usted totalmente honrado en sus tratos con sus semejantes?
7. ¿Observa la Palabra de Sabiduría?
8. ¿Se esfuerza por cumplir con las reglas y doctrinas aceptadas de la
Iglesia?
9. ¿Lee las escrituras regularmente?
10. ¿Se abstiene de conversaciones que podrían ofender al Señor?
11. Si ha hecho algo que ha perjudicado a la Iglesia o que haya requerido
el arrepentimiento debido, ¿lo ha aclarado con la debida autoridad?
En cuanto a su dignidad personal, debe darse cuenta de lo grave que es mentir a
un representante del Señor o no vivir de acuerdo con lo que le haya prometido. El
Señor no tolera la tergiversación de los hechos al entrevistarnos con uno de sus
representantes escogidos. El Presidente Kimball nos ha advertido que: "Los que
mienten a las autoridades de la Iglesia olvidan o pasan por alto una importante regla
y verdad que el Señor ha establecido: que cuando El llama a los hombres a cargos
mportantes en su reino, y se ha colocado sobre ellos el manto de autoridad, el
mentir a ellos es equivalente a mentirle al Señor; una media verdad a sus oficiales es
como una media verdad al Señor." [5] El Señor no dejará que se burlen de él. Si el
Lector siente que necesita más aclaración en cuanto a la confesión, lea el libro del
Presidente Kimball, El Milagro del Perdón. La primera vez que lea este libro, contéstese esta pregunta:
¿Quién puede ejercer su fe como principio de poder?
De ser posible, converse sobre la respuesta con alguien que haya leído este libro.

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