sábado, 12 de julio de 2008

SE TU UN EJEMPLO-by Gordon B Hncley

He tenido la oportunidad de conocer a muchos hombres y mujeres maravillosos en varias partes del mundo. Algunos me han dejado una impresión indeleble. Uno de ellos era un oficial naval asiático, un joven brillante que había sido enviado a Estados Unidos para recibir capacitación avanzada. Algunos de sus compañeros en la Armada de los Estados Unidos, cuya conducta lo habían impresionado, compartieron con él, a su pedido, sus creencias religiosas. El no era cristiano pero estaba interesado.

Le hablaron del Salvador del mundo, de Jesús nacido en Belén, que dió su vida por toda la humanidad. Le dijeron de la aparición de Dios el Eterno Padre y del Señor resucitado al joven José Smith. Le hablaron de profetas modernos. Le enseñaron el evangelio del Maestro. El Espíritu tocó su corazón y fue bautizado.

Me lo presentaron poco antes de que volviera a su tierra natal. Hablamos de estas cosas y le dije: "Su gente no es cristiana. Usted viene de una tierra donde los cristianos han pasado por cosas difíciles. ¿Que va a pasar con usted que vuelve como cristiano y muy particularmente, como cristiano mormón?"

Se ensombreció su rostro y contestó, "Mi familia se sentirá desilusionada. Supongo que seré expulsado de ella. Me considerarán muerto. En cuanto a mi futuro y mi carrera, supongo que se cerrarán ante mí todas las oportunidades:"

Le pregunté, "¿Está dispuesto a pagar tan alto precio por el evangelio?" Sus oscuros ojos se humedecieron de lágrimas que brillaron sobre su hermoso rostro y contestó: "Es verdad, ¿no es así?"

Avergonzado de haber hecho la pregunta respondí. "Si, es verdad". A lo que replicó, "Entonces, ¿qué más importa?"

Estas son las preguntas que quiero dejar con ustedes: "Es verdad, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué más importa?

Hace algún tiempo, en uno de los programas populares de la nación, el Rev. Dean McKelley del Consejo Nacional de las Iglesias, habló sobre la disminución en el número de miembros de algunas de, las religiones más grandés y más conocidas y del rápido aumento de otras. Dio sus razones por la disminución: "Porque se han vuelto permisivos; permiten a casi todos que se conviertan o queden como miembros. No insisten ,en ningún requerimiento riguroso en la creencia ni en la contribución." Por otra parte recalcó que aquellos grupos que requieren sacrificio de tiempo, esfuerzo y medios, están disfrutando gran crecimiento.

Continúa diciendo: "La Iglesia con, más de un millón de miembros, que está teniendo mayor crecimiento en esta nación, es la Iglesia Mormona la de los Santos de los Ultimos Días con sede central en Salt Lake City, que crece un cinco por ciento anual, lo cual es un rápido crecimiento."

Este es un comentario sorprendente que debiera preocupar a cualquier hombre o mujer precavido. Una de las cosas que dice, es que la religión que requiere devoción, que pide sacrificios, que demanda disciplina goza de la lealtad de sus miembros y del interés y respeto de otros. Siempre fue así: El Salvador no se equivocó cuando el dijo a Nicodemo: "El que no naciere de agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios." (Juan 3:5) No había excepción. No era licito cambiar la regla. Cuando hablaba de otros temas, era igual. Pablo nunca anda con rodeos o sutilezas cuando pone en práctica los requerimientos del evangelio de Jesucristo. Lo mismo ocurre actualmente. El Señor mismo declara que ,"estrecha es la puerta y angosto el camino" .

Cualquier, sistema que tenga que ver con las consecuencias eternas de la conducta humana debe establecer pautas y ajustarse a ellas y ningún sistema puede esperar lealtad por mucho tiempo, a menos que exija de los hombres ciertas medidas de disciplina, especialmente de autodisciplina. El costo en comodidades puede ser grande. El sacrificio puede ser real. pero esta realidad demandante es la esencia de la que proviene el carácter, la fuerza y la nobleza.

El ser permisivo nunca produjo fuerza. La integridad. lealtad y fuerza son virtudes que se desarrollan en las luchas internas del hombre a medida en que practica la autodisciplina bajo las demandas de la verdad divina hablada.

Pero hay otra cara de la moneda, sin la cual la autodisciplina es poco más que un ejercicio. La disciplina impuesta solamente por la disciplina en sí, es represiva. No está en el espíritu del evangelio de Jesucristo. Por lo general se impone por el temor y él resultado es negativo.

Pero la que es, positiva, la que viene de la convicción personal, edifica, eleva y fortalece de manera maravillosa. En materia de religión, cuando un hombre se ve motivado por una gran y poderosa convicción de la verdad, se disciplina a si mismo , no porque la Iglesia se lo pide, sino por el conocimiento que tiene en su corazón de que Dios vive; que El es un hijo de Dios con un potencial eterno y sin límites, que hay gozo en el servicio y satisfacción al trabajar en una gran causa

El notable progreso de esta Iglesia no es tanto el resultado de las exigencias de la Iglesia sobre los miembros, sino que es el resultado de la convicción en el corazón de esos miembros, de que ésta es realmente la obra de Dios, y que la felicidad, paz y satisfacción se hallan en el servicio justo.

Dos veces al año nos reunimos en la Manzana del templo, en el histórico Tabernáculo de Salt Lake, rodeado por otras notables construcciones pero la fuerza de la Iglesia no está en estos edificios, ni en las miles de casas de adoración en todo el mundo, ni en nuestras universidades y escuelas. Esos son sólo edificios, necesarios y que cumplen con un fin, pero son sólo auxiliares de lo que es la real fuerza. La fuerza de esta iglesia reside en los corazones de su gente, en el testimonio individual y convicción de la verdad de esta obra. Cuando un individuo tiene ese testimonio, las exigencias de la Iglesia se convierten en desafíos en lugar de cargas. El Salvador declaró: "Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga." (Mateo 11:30)

El yugo es la responsabilidad de la Iglesia, la carga de liderato de la iglesia. que se convierten en oportunidades. en vez de problemas, para el que lleva el manto de dedicación en la iglesia de Jesucristo.

Mientras asistía a una conferencia en Oriente, escuché la experiencia de un ingeniero que se había unido a la Iglesia unos meses antes. Los misioneros habían llamado a su puerta y su esposa los había invitado entrar. Ella había respondido con vehemencia a su mensaje, mientras que el se sentía atraído aún contra sus deseos. Una noche ella dijo que se quería bautizar.

El se enojó mucho. ¿No sabía acaso lo que eso significaba? Significaba tiempo. Significaba tener que pagar diezmos. Se arrojó un saco encima y salió a la noche dando un portazo. Caminó por las calles insultando a su esposa, insultando a los misioneros, insultándose a sí mismo por haberles permitido enseñarle: A medida en que se fue cansando, se fue apagando su enojo y de alguna manera, el espíritu de oración entró en su corazón. Oró mientras caminaba. Suplicó al Señor tina respuesta a sus preguntas. Y entonces una impresión clara e inequívoca, vino casi como si una voz le hubiera hablado, "Es Verdad". El corazón se le inundó de paz. A medida que caminaba hacia su casa, las restricciones. las exigencias. los requerimientos sobre los cuales estaba tan irritado, comenzaron a parecerle oportunidades. Cuando entró a la casa encontró a su esposa de rodillas.

Entonces, ante la congregación, la persona que estaba narrando esto habló de la alegría que había entrado en sus vidas. El diezmo no era un problema, el compartir sus bienes con Dios que les había dado todo, parecía en realidad, muy poco. El dar tiempo para servir no era un problema; solamente había que repartir las horas de la semana. La responsabilidad no era un problema; todo esto produjo crecimiento y un nueva manera de mirar la vida.

Entonces, este hombre de intelecto y profesional; este ingeniero, acostumbrado a tratar con los hechos del mundo fisico en el cual vivimos, compartió, con los ojos húmedos un testimonio del milagro que había sucedido en su vida.

Así ocurre con cientos de miles en muchos países; hombres y mujeres capaces, profesionales, profesores y hombres, de negocio, hombres prácticos que hacen que sucedan cosas en los asuntos del mundo, en cuyos corazones arde un silencioso testimonio de que Dios vive que Jesús es el Cristo, que esta obra es divina, que fue restaurada a la tierra para bendición de todos los que participan de sus oportunidades. Dijo el Señor: "He aquí, estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 7: 16-17)

Jesús hablando a los judíos en el templo, dijo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta." (Juan 7:16-17)

Esto es lo maravilloso de esta obra, que cada hombre puede saber por sí mismo. No depende de su maestro o predicador o misioneros, salvo para que lo instruyan o le den su testimonio, tal como declaró Job hace mucho: "Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda." (Job 32:8)

Cada hombre puede saber por sí mismo, a través del don del Espíritu Santo, que es verdad, con tanta seguridad como que el sol saldrá por la mañana. Y sabiendo que es verdad se sentirá inclinado a disciplinarse, tal como.lo haría quien tiene conocimiento del significado y propósito de la vida, de su gran responsabilidad hacia sus semejantes, de su responsabilidad hacia su familia, de su responsabilidad con Dios.

"Aprende de mi", dice el Señor, "y escucha mis palabras: camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mi tendrás paz." (D&C 19:23)

Esta es la paz "Que sobrepasa todo entendimiento," porque no viene de la mente, sino del espíritu y las cosas de Dios se entienden por el espíritu de Dios. (Filipenses 4:7; Corintios 2:11)

Una joven brillante, con alta educación, habló en Berchtesgaden, Alemania, en una conferencia del personal militar americano, miembros de la iglesia. Yo estaba allí y la escuché. Era mayor del ejército, doctora en medicina y muy respetada en su especialidad. Dijo:

"Lo que yo más quería en el mundo era servir a Dios. Pero aún cuando trataba, no podía encontrarlo. Lo milagroso fue que El me encontró a mi. Una tarde de sábado estaba en mi casa en Berkeley. California cuando oí sonar el timbre de entrada. Eran dos jóvenes vestidos de traje. camisas blancas y corbatas. Tenían el cabello prolijamente peinado. Me impresionaron tanto que les dije: "No sé qué es lo que venden, pero se los compro". Uno de los jóvenes dijo: "No vendemos nada. Somos misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días y nos gustaría conversar con usted. Los invité a entrar y me hablaron sobre su fe".

"Este fue el comienzo de mi testimonio. estoy más agradecida de lo que puedo expresar en palabras, por el honor y privilegio de ser miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. El gozo y paz que este evangelio ha traído a mi corazón es un cielo sobre la tierra. Mi testimonio de esta obra es lo más precioso de mi vida, un regalo de mi Padre Celestial, por el cual le estaré eternamente agradecida."

Este conocimiento viene ahora tal como lo hacía en la antiguedad. Asi le llegó a mi joven amigo, el oficial naval asiático. Así le llegó al ingeniero en oriente, cuyas palabras repetí. Y asi le llegó a esta doctora, cuyo testimonio menciono. Ahora hay millones en el mundo que podrían hablar de manera similar. Para aquellos que están buscando un testimonio del Espíritu Santo en estas cosas, les doy mi testimonio que lo tendrán. Les llegará tal como a Pedro en la antigüedad. "Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Ellos dijeron: unos, Juan el Bautista: otros Elías; y otros Jeremías, o alguno de los profetas.

El les dijo: Y vosotros. ¿quién decís que soy yo?

Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."

Esta roca de revelaciones es la fuente de conocimiento respecto a las cosas de Dios. Es el testimonio del Espíritu Santo que testifica de la verdad eterna, y las puertas del infierno no prevalecerán contra el hombre que la busca, la acepta, la cultiva y vive para ella.


CAPITULO2. NO CONTENDÁIS CON OTROS

Los días sobre los cuales hablaron los que nos antecedieron, están ya sobre nosotros. Estos son los días de profecía cumplida; y estoy agradecido de estar vivo y ser parte de esta obra vibrante y maravillosa que afecta para bien a tanta gente en tantas partes del mundo. Este crecimiento no es una victoria de los hombres, es la manifestación del poder de Dios. Espero que nunca seamos jactanciosos y orgullosos por esta causa. Ruego para que seamos humildes y agradecidos.

La manifestación más sorprendente ocurrió una mañana de primavera en el año 1820, cuando el Padre y el Hijo se le aparecieron al joven José Smith. Todo el bien que vemos hoy en día en la Iglesia, es el fruto de esta notable visita, el testimonio de la cual ha tocado los corazones de millones en muchos países. Yo agrego mi propio testimonio. que me fue dado por el Espíritu, que la descripción del Profeta sobre este hecho maravilloso es verdad, que Dios el Eterno Padre y el Señor Jesucristo resucitado hablaron con él en esa ocasión en una conversación tan real y personal e íntima, como lo son nuestras conversaciones hoy. Alzo mi vozen testimonio que José fue un profeta, y que la obra que resultó a través de él, es la obra de Dios.

En 1845, poco más de un año después de la muerte de José, Parley P. Pratt escribió un resumen de la obra del Profeta, junto con una declaración de nuestra obligación de seguir adelante. Estas palabras, poéticas en su hermosura, dicen lo siguiente:

"El ha organizado el Reino de Dios. -Nosotros extenderemos sus dominios. El ha restaurado la plenitud del Evangelio. -Nosotros lo extenderemos más allá de los mares. El ha encendido la aurora de un día de gloria. -Nosotros la llevaremos a su esplendor meridional. El era un 'pequeño' y se convirtió en miles. -Nosotros somos pequeños y nos convertiremos en una nación fuerte. En resumen, el cortó la piedra ...Nosotros hacemos que llegue a ser una gran montaña que llenará la tierra." (Millennial Star 5, Marzo 1845 p.151-52)

Estamos viendo el desplegar del sueño. Espero que seremos verídicos y fieles a la sagrada confianza que se ha depositado en nosotros para edificar este reino. Nuestros esfuerzos no estarán libres de penas y contrariedades. Podemos esperar oposición sofisticada y determinada. A medida en que crece la obra, podemos esperar que el adversario alimentará sus esfuerzos en contra de ella. Nuestra mejor defensa es la callada lealtad a las enseñanzas que nos han llegado a través de aquellos que hemos sostenido como profetas de Dios. José Smith nos dió instrucciones respecto a la situación en la que nos encontramos. El dijo:

"Andad en mansedumbre, sobriedad y enseñad de Cristo y Él crucificado; no para contender con otros a causa de su fe, o sistema religioso, sino continuad un curso fijo. Esto lo digo por vía de mandamiento y aquellos que no lo observen, traerán persecución sobre sus cabezas, mientras que aquellos que lo hagan serán siempre llenos, del Espíritu Santo; esto lo digo como profecía."

Quisiera tomar algunas palabras de esa declaración como tema: "no contendáis unos con otros, sino seguid un curso fijo."

Vivimos en tiempos de valores cambiantes, de normas trastrocadas, de programas que florecen por la mañana y mueren al anochecer. Vemos esto en los gobiernos, en la moralidad pública y privada; lo vemos en el hogar de las personas: lo vemos en las iglesias y aún lo vemos entre nuestros propios miembros que son desviados por la sofistería del hombre. En todos lados los hombres andan a tientas en la oscuridad, dejando de lado la tradición que era la fortaleza de nuestra sociedad, y sin poder hallar una nueva estrella que los guíe.

Hace un tiempo atrás leí un artículo, de Bárbara Tuchman, una historiadora ganadora del premio Pulitzer. Ella dijo: "Cuando hablamos de los líderes que tenemos, de los cuzaes hay una superabundancia, cientos de Directores de Banda-, listos y ansiosos de dirigir la población. Están en todas partes, escabulléndose, ganando consenso, tratando de lograr la mayor aceptación posible. Pero lo que no hacen es pararse y decir: "ESTO es lo que yo creo. ESTO es lo que haré y ESTO lo que no haré. Este es mi código de conducta y eso esta fuera de él. Esto es

No Contendáis con Otros excelente y aquello es basura. Hay ausencia de liderato moral en el sentido de que hay una renuencia general en establecer normas "De todos los males ...que hereda nuestra sociedad, el foco, me parece, del que deriva mucha de nuestra inquietud y confusión, es la ausencia de normas. Estamos demasiado inseguros de nosotros mismos como para defenderlas, ajustarnos a ellas, y en el caso de la persona que está en posición de autoridad, de hacerlas valer e imponerlas. Parece que estamos afligidos de un mal general que nos vuelve renuentes a los valores morales, éticos o de conducta." (El Elemento Que Falta- Coraje Moral,McCall's, junio 1967, p.28) .

Mientras que las normas en general parecen tambalear, nosotros los miembros de la Iglesia estamos sin excusa si nos desviamos de la misma manera. Tenemos normas seguras, probadas y efectivas. En la medida en que las observemos iremos hacia adelante: En la medida en que las descuidemos retrasaremos nuestro propio progreso trayendo vergüenza a la obra del Señor. Estas normas han venido de El. Algunas pueden parecer fuera de época en nuestra sociedad, pero eso no les quita validez ni disminuye la virtud de su aplicación. El sutil razonamiento dé las hombres, no importa cuan inteligente sea, no importa cuan plausible parezca, no puede superar la sabiduría de lo declarado por Dios.

El patriarca de la Estaca Milwakee dijo cierta vez algo que no pude olvidar: "Dios no es un político celestial que busca nuestro voto sino que Dios debe ser hallado y obedecido." (Hans Kindt)

Lo satisfactorio es que la obediencia trae felicidad; trae paz; trae crecimiento al individuo, y su buen ejemplo trae respeto a la institución de la que formamos parte.

Nuestra obediencia a estas normas dadas por Dios, no serán nunca una ofensa para los que nos rodean. No debemos contender con ellos. Pero si seguimos un rumbo fijo, nuestro ejemplo se convertirá en el argumento más efectivo para la causa en que estamos comprometidos.

El Señor nos ha dado tantos consejos y pautas en tantas cosas, que ningún miembro de esta iglesia tendría la necesidad de equivocarse nunca. El ha establecido nuestras pautas de virtud personal, vecindad, obediencia a las leyes, lealtad al gobierno, observancia del día de reposo, sobriedad y abstinencia del licor y tabaco, pago de diezmos y ofrendas. el cuidado de los pobres como edificar el hogar y la familia, el compartir el evangelio; sólo para nombrar algunos pocos.

No tiene que haber contención ni discusión en ninguno de estos puntos. Si mantenemos un rumbo fijo al implementar la religión en nuestras propias vidas, avanzaremos más efectivamente que de ninguna otra manera en nuestra causa. Habrá algunos que tratarán de tentarnos. Habrá otros que tratarán de acosarnos tal vez nos menosprecien. Nos pueden rebajar. Pueden hablar en contra nuestro. Pueden burlarse de nosotros ante el mundo hay algunos, dentro y fuera de la Iglesia, que nos quieren forzar a cambiar nuestra posición en algunos asuntos como si fuera nuestra prerrogativa el usurpar la autoridad que pertenece solamente a Dios. No tenemos deseos dé discutir con otros. Enseñamos el evangelio de paz. No podemos abandonar la palabra del Señor que nos ha llegado a través de hombres que hemos sostenido como profetas. Debemos decir, para repetir otra vez las palabras de la Srta. Tuchman: "Esto es lo que yo creo. Esto es lo que haré y esto es lo que no haré. Este es mi código de conducta y eso está fuera de él."

Habrá momentos de desaliento y profunda preocupación. Ciertamente habrá días ,de decisión en las vidas de cada uno de nosotros. Siempre fue así.

Cada hombre y mujer de esta Iglesia sabe el precio que pagaron nuestros antecesores por su fe. Me acuerdo de esto cuando leo los relatos de la abuela de mi esposa. Habla de su infancia en Brighton, esa deliciosa ciudad de la costa sur de Inglaterra, donde las suaves y verdes colinas de Sussex llegaban hasta el mar. Fue allí que se bautizó su familia. Su conversión vino naturalmente por los susurros del Espíritu que le dictó a sus corazones que era la verdad. Pero había parientes criticones y vecinos y aun chusma que los escarnecieron e inflamaron a otros en su contra. Necesitaron coraje, esa rara cualidad descripta como coraje moral para pararse, ser bautizados, contados y reconocidos como mormones.

La familia viajó a Liverpool donde junto con otras novecientas personas, se embarcaron en la nave 'Horizonte'. Cuando el viento infló las velas cantaron Adiós, Mi Tierra Natal, Adiós.

Después de pasar seis semanas en el mar, para cubrir una distancia que hoy día un jet cubre en seis horas, desembarcaron en Boston y viajaron en tren hasta Iowa para prepararse. Allí compraron bueyes, una vaca, un vagón y una carpa. Fueron asignados para viajar y ayudar a una de las compañías de carros de mano. Fue en la ciudad de Iowa que les ocurrió la primera tragedia. Su hijo más pequeño, de menos de dos años de edad, murió por estar a la intemperie y fue enterrado en una tumba que nunca después pudo ser visitada por un miembro de la familia.

Ahora permítanme citar las palabras de la niña de trece años según su historia: "Hemos viajado de 15 a 20 millas por día ...hasta que llegamos al Río Platte...Alcanzamos la compañía de carros de mano ese día. Los miramos mientras cruzaban el río. Había grandes trozos de hielo flotando en el.Hacia mucho frío. Al otro día hallaron 14 muertos ...Volvimos al campamento, oramos y cantamos "Oh Está Todo Bien". Me pregunto que hizo que mi madre llorara (esa noche) ...Al día siguiente nacíó mi hermanita. Era el 23 de septiembre. La llamamos Edith. Vivió seis semanas y murió. (La enterramos en el último cruce del Sweetwater.) Encontramos nieve. Me perdí. Se me helaron los pies y las piernas ...los hombres me frotaron con nieve. Pusieron mis pies en un balde con agua. El dolor era terrible... Cuando llegamos a Devil's Gate hacia mucho frío. Dejamos allí muchas de nuestras cosas ...(Esa noche) mi hermano James se fue a la cama lo más bien. A la mañana había muerto. "Mis pies estaban helados. También los de mi hermano y hermana. No había mas que nieve, nieve por todos lados y el frío viento de Wyoming. No podíamos poner los broches de nuestra carpa. No sabíamos qué iba a ser de nosotros. (Entonces) una noche vino un hombre a nuestro campamento..y nos dijo ...que Brigham Young había enviado hombres y equipo para ayudarnos.. cantamos canciones, algunos bailaron y lloraron..mi madre nunca se mejoró... falleció entre las montañas Big y Little...tenía 43 años de edad... "Llegamos a Salt Lake a las nueve de la noche del 11 de diciembre 1856. Tres de cada cuatro de los sobrevivientes estaban helados. Mi madre estaba muerta en el vagón ...Temprano por la mañana del día siguiente vino Brigham Young...cuando vió nuestra situación, nuestros pies helados y nuestra madre muerta, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

"El doctor amputó los dedos gordos de mis pies... (mientras) mis hermanos vestían a mi madre para su funeral ...Cuando mis pies estuvieron listos me llevaron en brazos para ver a mi madre por última vez. ¿Oh, cómo pudimos soportarlo? Esa tarde la sepultaron.

"A menudo he pensado en las palabras de mi madre antes de que partiramos de Inglaterra. "Polly, quiero ir a Sión mientras mis hijos son pequeños para que puedan ser criados en el Evangelio de Cristo, porque yo sé que ésta es la verdadera Iglesia." (Vida de Mary Ann Goble Pay)

Termino con ésta pregunta: ¿Debemos sorprendernos si somos llamados a soportar algo, a hacer algunos pequeños sacrificios por nuestra fe, cuando nuestros antepasados pagaron un precio tan alto por ella?

Sin contención, sin discusiones, sin ofensas. prosigamos un rumbo fijo, yendo hacia adelante edificando el reino de Dios. Si hay problemas, enfrentémoslos con calma. Venzamos el mal con el bien. Esta es la obra de Dios. Continuara fortaleciéndose en toda la tierra, tocando para bien la vida de incontables miles de corazones que responden al mensaje de verdad. Ningún poder bajo el cielo puede detenerlo. Esta es mi fe. Este es mi testimonio. Dios nos ayuda para ser dignos de la grande y sagrada comisión que es la de edificar el Reino de Dios.


CAPITULO3. LEVÁNTATE Y PONTE SOBRE TUS PIES

En nuestras reuniones a veces cantamos "Oh Rey de Reyes Ven, En gloria a Reinar, Con paz y sostén. Tu pueblo libertar." (Himnos de Sion 94)

Este himno se escribió durante esos tiempos difíciles en que nuestros antecesores eran llevados presionados y zarandeados como grano ante el viento y probados en el crisol de la persecución. Esperaban con ansia el día milenario cuando el Señor vendría a la tierra a reinar como rey de Reyes.

El de ellos no era un sueño fatuo. El Dios del cielo ha ordenado el día. Los profetas de todas las dispensaciones han hablado de ello. No sabemos cuando vendrá, pero por cierto que vendrá su alborada.

Sin embargo, no es necesario que esperemos la mañana milenaria. Podemos mejorar el hoy sin necesidad de esperar a mañana. Nosotros mismos podemos alterar las circunstancias, sin esperar a otros. Podemos detener las fuerzas que rueden debilitarnos.

Podemos fortalecer las fuerzas que mejoran al mundo.

Reflexionando sobre esto, he pensado en las palabras de Pablo a Agripa cuando describía su experiencia en el camino a Damasco. Vió una luz del cielo y oyó una voz hablándole, y el cayó a tierra. Y Jesús dijo: "Levántate y ponte sobre tus pies; porque para esto me he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo ...Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios." (Hechos 26:16, i8)

Este es el deber de la Iglesia, abrir los ojos de los hombres a las verdades eternas e incitarlos a tomar lugar en las filas de la decencia y equidad, virtud, sobriedad y bondad.

Hace más de cien años, Alex de Tocqueville, un filósofo francés visitó América e impresionado por lo que vió en su gira, escribió estas interesantes palabras: "Busqué la grandiosidad y genio de América en sus amplios puertos y anchos ríos y no estaba allí, en sus fértiles campos y praderas sin límite, y no estaba allí; en sus ricas minas y vasto comercio exterior y no estaba allí. Y no fue hasta que oí, desde sus inflamados púlpitos, palabras de virtud y honradez, que entendí el secreto de su poder y genio. América es grande porque es buena, y si alguna vez, América deja de ser buena, dejará de ser grande."

¿A dónde se ha ido la bondad de América? ¿Que pasó con sus púlpitos inflamados de virtud y bondad? ¿Por qué tantos de sus jóvenes están desilusionados y rebeldes?

Yo no soy uno de los que cree que todo está mal en este país. Hay mucho que está bien y mucho que está mal. pero tampoco creo que todo está bien. Nuestros problemas hacen legión y no estamos sólos en esto. Otros países están afligidos de igual forma.

Pero esta no tiene que ser una enfermedad terminal. Se puede cambiar el curso. Podemos causar una regresión del terrible mal que parece afligirnos.

Pensamos demasiado a menudo que nuestra sociedad es un vasto establecimiento, complejo, más allá de toda comprensión. Pero aún cuando es complejo y vasto, está formado por individuos. Fue Saulo, el individuo, a quien el Señor habló camino a Damasco. Ese día la vida de Saulo cambió y a partir de allí, Saulo cambió al mundo.

Los problemas que tenemos hoy en día no son nuevos. Ezequiel citó los males de Israel, inmoralidad, deshonestidad, opresión al pobre, robo y muchos otros. Y entonces el Señor dijo a través de Ezequiel. "Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; entonces sigue esta trágica conclusión "y no lo hallé." (Ezequiel 22:30)

Estamos mejor ahora. Hay un hombre. Si, hay muchos hombres que pueden hacer vallado y ponerse en la brecha contra los males que pueden erosionar nuestra sociedad.

El lugar para comenzar a reformar el mundo no es Washington, o París, o Tokio o Londres. El lugar para comenzar es uno mismo. Un sabio declaró cierta vez. "Haced de vosotros un hombre honesto y habrá un sinvergúenza menos en el mundo."

A partir de uno mismo, el próximo paso es la familia. A través de la revelación el Señor ha dado a los padres el mandamiento: "Enseñarán a sus hijos a orar y andar rectamente delante del Señor." (D&C 68:28)

Son necesarios padres y madres que se levanten y hagan de sus hogares santuarios donde los hijos puedan crecer en espíritu y obediencia, industriosos y fieles a probadas normas de conducta.

Si nuestra sociedad se está rompiendo en las costuras, es porque el sastre o la modista en casa, está produciendo el tipo de puntada que no aguanta la presión. Diciendo que estamos dando ventajas. a menudo les quitamos a nuestros hijos las oportunidades.

Una vez guardé un recorte de una de nuestras revistas. Decía lo siguiente: "Quiero que mi hijo tenga todas las ventajas que le pueda dar, para eso le permití:

"Que gane su propio dinero haciendo mandados, cortando el césped."

"Que pueda obtener buenas notas en la escuela que las obtenga porque él lo desea y porque sabe lo que me haría si no lo hiciera."

"Estar orgulloso de ser limpio, prolijo y ordenado."

"Pararse con orgullo cuando pase la bandera de su país."

"Dirigirse a los amigos mayores de sus padres llamandolos señor y señora'."

"Ganando su propio camino en el mundo. sabiendo que se ha preparado para ello con mucho esfuerzo, mucho estudio y sacrificando algunos de los placeres que sus amigos pueden obtener de padres demasiado indulgentes."

"Estas son las ventajas que deseo para mi hijo. porque estas son las cosas que lo harán tener autoestima y llegar a ser confiable y exitoso. Y esa es la felicidad que quiero que tenga." (U.U. News & World Report, marzo 18, 1968. p. l)

A todo esto quiero agregar otras ventajas que quiero que mi hijo tenga. Quiero que lea las grandes historias del Antiguo Testamento en el idioma de la Biblia y que conozca a los grandes hombres con los cuales habló Jehová.

Quiero que lea- además de la ciencia, política y administración- el Nuevo Testamento, los Evangelios con la vida sin mácula del Hijo de Dios, y los escritos de los hombres de coraje que testificaron de El y que sellaron su testimonio con su sangre.

Quiero que lea el testamento del Nuevo Mundo, el Libro de Mormón, como otro testamento del Señor Jesucristo, el Redentor de la humanidad. Quiero que mi hijo tenga la ventaja de la fe en el Dios viviente, una fe que lo llevara a través de las inevitables tormentas y dificultades de la vida, una fe que lo disciplinará contra las tentaciones que tratarán de seducirlo.

Hace unos años un joven entró en mi oficina. Estaba vestido de uniforme. Iba camino a casa desde Vietnam. Durante un año había andado el fragor de la batalla en un área muy combatida en la frontera Laosiana. Yo lo había visto poco antes de que se fuera a Asia. Ahora volvía vivo, milagrosamente, según me dijo, agradecido, pero espiritualmente deprimido.

Acababa de llegar al aeropuerto y tenía poco tiempo antes de que partiera el ómnibus que lo llevaría al pequeño pueblo rural donde había crecido y aún vivía su familia. Hablamos de la guerra. Noté las condecoraciones sobre su pecho, incluyendo una por servicio distinguido.

Le dije que la banda del pueblo estaría allí para recibirlo, que podía estar orgulloso de sí mismo. Me miró y dijo: "No, estoy avergonzado."

"Avergonzado, ¿de qué?", le pregunté.

"De lo que hice," me replicó. Debería haber sido más fuerte. Fui débil. Me rendí, primero en pequeñas cosas y luego en las grandes. Oh, no hice nada que no hicieran todos los hombres que me rodeaban. Pero debí ser mejor. Mis amigos del pueblo esperaban cosas mejores de mí y si hubiese sido mas fuerte habría podido ayudar a los que con un ejemplo apropiado, hubieran tenido la fuerza para resistir."

Bajó la cabeza a medida en que hablábamos y vi las lágrimas rodar por sus mejillas y caer sobre las cintas en su pecho.

Traté de confortarlo, pero no halló mucho consuelo. Era un héroe militar, pero se veía a sí mismo como un cobarde moral.

No mucho tiempo después hablé con un joven que también recientemente había regresado de la guerra. El también había andado con patrullas por la jungla. con el corazón latiendo con temor.

Pero de mala gana confesó que su mayor temor era el de hacer el ridículo:

Los hombres de su compañía se burlaban de él, se mofaban, le pusieron un mote ridículo que lo afligía. Le dijeron que lo obligarían a hacer algunas de las cosas que ellos hacían, Y en una ocasión en la que el asunto se puso especialmente pesado los enfrentó y con tranquilidad les dijo: "Miren, yo sé que piensan que soy un cuadrado. Yo no me considero mejor que ninguno de ustedes, pero fuí criado de diferente manera. Crecí en una familia religiosa en un pueblo religioso. Fuí a la Iglesia todos los domingos. Orábamos juntos como familia. Se me enseñó que debía mantenerme alejado de estas cosas. Simplemente, yo creo de manera distinta. Para mi es un asunto de religión y es una manera de respetara mi madre y a mi padre. Todos ustedes me pueden obligar a una situación comprometedora, pero eso no me va a cambiar, y si lo hacen, después no se sentirán bien."

Uno a uno se fueron alejando silenciosamente. Pero en los días siguientes, se fueron acercando a pedirle perdón, y a través de su ejemplo, otros se vieron fortalecidos y sintieron el deseo de cambiar sus propias vidas. Les enserió el evangelio a dos de ellos que entraron en la Iglesia. La diferencia entre estos dos jóvenes estribaba en los hogares de donde provenían. El primero, era de un hogar donde prevalecían las disputas, la tiranía, negligencia, bebida, abandono y finalmente, divorcio. Cuando la tormenta de la tentación golpeó al joven árbol, las raíces estaban en tierra poco profunda y cayó.

El segundo venia de un pueblo similar; pequeño, polvoriento y poco importante. El hogar del que provenía era igualmente modesto, pero ahí presidía un buen hombre como padre. Trataba a su esposa con bondad, respeto y cortesía. La madre honraba a su esposo y había amor en el hogar. Y el hijo que se alejó de ese hogar, llevaba consigo la fibra en su alma, una fibra que lo mantuvo firme bajo las mofas de sus compañeros, cuyos ojos fueron abiertos cuando se paró y se mantuvo firme como un callado testigo de las enseñanzas de sus padres.

Esta es la clase de fortaleza que vendrá de padres que están al frente de sus familias como ministros y testigos de verdades eternas, las que nutridas en el hogar, edifican caracteres en los ciudadanos de la nación. Repito, el primer lugar en el que hay que ponerse del lado del bien, es con uno mismo. El segundo es la familia. El tercero es la comunidad y el estado. Aquí hay otra vez un llamado a los hombres y mujeres que se plantaron frente a planes y programas que expondrían a nuestros jóvenes a influencias que inevitablemente apresarían a algunos. Hay muchos de estos programas en todas las comunidades. Puedo mencionar específicamente a una. Lo hago porque es una que tiene serias consecuencias morales. Nadie puede negar honestamente que el alcohol es un problema en nuestra sociedad. Mas de 25.000 personas mueren cada año en accidentes ocasionados por el alcohol. Se reconoce que la bebida tiene que ver como factor en la mayoría de los crímenes serios. Y deja tras sí una huella de otros males. Hogares destruídos, niños abandonados, desempleo y muchos otros problemas sociales.

Desde hace mucho el estado de Utah ha tenido menor proporción per cápita. De consumo de alcohol, menos de la mitad del promedio de los estados que permiten la venta de bebida por vaso. Bajo la ley actual, no se prohíbe a ningún adulto que beba si lo desea, sin embargo, ha habido propuestas, que se presentan como si fueran para mayor control, que quieren aumentar la disponibilidad de alcohol a bares donde se admiten personas de todas las edades. Estamos convencidos que esto significaría exponer a nuestros jóvenes a más alcohol, con la trágica consecuencia que resulta. No somos tan ingenuos como para creer que cada joven o señorita en la vecindad de un bar se dedicaría a beber, pero estamos convencidos que a mayor oportunidad, habrá más consumo.

El liderazgo de un pequeño grupo de personas preocupadas y dedicadas, se ha convertido en un ejército de muchos miles de hombres y mujeres de diferentes niveles de vida, y de todos los partidos políticos que se han opuesto a estos esfuerzos. Son hombres y mujeres de muchas iglesias que se dan la mano en una causa común contra un programa que beneficiaría a unos pocos a expensas de muchos.

Este es sólo un ejemplo de lo que puede suceder cuando unos pocos se deciden a mantener sus principios. Otros siguen, unos pocos al principio, pero el número aumenta. Hoy en día puede ocurrir como en los tiempos de Saulo. Al ponernos de pie honramos una herencia y dejamos mayor heredad. Permítanme terminar con tres preguntas sacadas del Seminario Teológico Judío:

"¿Cómo pasaremos nuestra herencia? "¿Estará disminuída o aumentada?

"¿Seremos los abuelos o solamente los nietos de grandes hombres?."

Que Dios nos bendiga con fuerza para defender lo que es justo.



CAPITULO4. UNA CIUDAD ASENTADA SOBRE UN MONTE

En el otoño de 1974, durante la mayor parte de la semana, estuve a la entrada del Templo de Washington, dando la bienvenida a invitados especiales. Entre los mismos estaba la esposa del presidente de los Estados Unidos, jueces de la Suprema Corte, senadores y miembros del Congreso, embajadores de varios países, clérigos, educadores y hombres de negocio. Otros visitantes, más de 700.000, vinieron a ver el sagrado edificio.

Un vasto espacio en revistas y periódicos había sido ocupado con comentarios sobre el templo y la radio y televisión comentaban ampliamente sobre el asunto. Indudablemente ningún edificio construído en Occidente durante los últimos años, había atraído tanta atención.

Casi sin excepción, los que vinieron lo apreciaron y fueron reverentes. Muchos fueron profundamente tocados en su corazón. Al dejar el templo, la Sra de Gerald Ford, esposa del décimo presidente de los Estados unidos, comentó: "Esta ha sido una real experiencia para mí ....Es una inspiración para todos."

Cuando al igual que otros. estuve en ese sagrado edificio día tras día, estrechando la mano de muchas honorables y respetadas personas de este país y del mundo, dos corrientes de pensamientos cruzaban repetidamente mi mente. La primera. respecto a la historia del pasado. La segunda estaba ocupada con el presente y el futuro.

Viendo a la Primera Dama que se sacaba una foto junto al Presidente Spencer W. Kimball, mi mente retrocedió 135 años. Nuestro pueblo estaba entonces en Commerce, Illinois, sin hogar y destituídos, enfrentando el amargo invierno que pronto llegó. Habían sido expulsados de Misuri y huído a través del Misisipí en busca de asilo en Illinois. Habían comprado una porción de tierra donde el río hacía una gran curva, el lugar era de hermosa apariencia,pero tan pantanoso que una yunta no podía cruzarlo sin que se quedaran atascados en el barro.

Este lugar se convirtió con gran esfuerzo y sacrificio en Nauvoo la Hermosa. Pero en 1835, fue Commerce el sitio que acogió a miles que habían sido expulsados de sus hogares y que ahora no tenían donde ir. Habían dejado atrás sus esfuerzos de años casas y graneros, iglesias y edificios públicos y cientos de granjas productivas. Aún más, bajo el suelo de Misuri, habían dejado sepultados a sus seres amados que habían sido muertos por la chusma. Expulsados y desposeídos, incapaces de obtener justicia de Misuri, decidieron hacer una petición al Presidente y al Congreso de los Estados Unidos. José Smith y Elías Higbee fueron asignados para ir a Washington.

Salieron de Commerce el 20 de octubre, 1839, viajando en una ligera calesa. Llegaron a Washington cinco semanas más tarde. La mayor parte del primer día lo pasaron tratando de hallar un lugar al alcance de sus bolsillos.

En una carta a Hyrum Smith escribieron: "Encontramos el lugar mas barato que pueda haber en esta ciudad." (Historia de la Iglesia 4:40).

Al ver al Presidente de los Estados Unidos, Martin Van Buren, presentaron su caso. El respondió: "Caballeros, su causa es justa, pero no puedo hacer nada por ustedes...Si los defiendo, perderé el voto de Misuri." (HdI 4:80).

Entonces apelaron al Congreso. En las frustrantes semanas siguientes, José volvió a Commerce, la mayor parte del camino cabalgando. El Juez Highbee se quedó a defender su causa, solamente para que el Congreso le dijera que no harían nada por ellos.

Cuánto ha avanzado la Iglesia en la confianza de oficiales públicos desde 1839, cuando José Smith fue repudiado en Washington, hasta hoy, en que el presidente de la Iglesia es bienvenido y honrado.

Tales fueron en esencia el primer y último capítulos de mis pensamientos durante esos hermosos días en el Templo de Washington. Y entre ese primer y último capítulos corría el hilo de una serie de otros, que hablaban de la muerte de José y Hyrum ese bochornoso día 27 de junio, 1844; la expulsión de Nauvoo; las largas caravanas de carretas cruzando el río al Territorio de Iowa; la de los campamentos en la nieve y barro en esa funesta primavera de 1846; Winter Quarters (Campamento dé Invierno) sobre el Misuri y la gangrena, la fiebre y la plaga que diezmaron las filas; del llamado a los hombres para que se unieran al ejército, hecho por el mismo gobierno que había hecho oídos sordos a sus súplicas; de la huella bordeada de tumbas subiendo al Elkhorn. Platte y el Sweetwater sobre el Paso South (Sur), siguiendo hasta el Valle de Lago Salado; de los diez de millares que dejaron la parte este de los Estados Unidos y de Inglaterra para seguir su camino sobre esa larga huella. algunos empujando carros de mano y muriendo en el invierno de Wyoming, de la interminable maleza de estos valles; de la excavación de millas de canales para traer agua a la tierra sedienta; de décadas de gritos y clamor en nuestra contra, nacidos en la intolerancia; de la privación de los derechos de ciudadanía, bajo la ley dictada en esa misma Washington, y reforzado por comisarios enviados por el gobierno federal. Estos capítulos están entre otros de esa historia épica.

Gracias a Dios, esos duros días han pasado. Gracias a los que se mantuvieron fieles mientras caminaban por ese fuego de pruebas. Qué precio, qué terrible precio pagaron, y nosotros somos los beneficiarios. Gracias a aquéllos, quienes a través de una vida virtuosa han ganado desde entonces para su pueblo, una medida de respeto. Gracias por un día mejor, con mayor comprensión y un amplio y generoso aprecio hacia la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.

Estos eran mis pensamientos al estrechar las manos de muchos de los miles que vinieron al templo de Washington con curiosidad y se fueron con agradecimiento, algunos con lágrimas en los ojos.

Pero esos, fueron en su mayoría, pensamientos del pasado. Había otros del presente y del futuro. Un día, mientras andaba por la autopista entre el tránsito, miré maravillado, como lo hacen casi todos los que viajan por ahí, a las brillantes agujas de la Casa del Señor, elevándose al cielo desde un monte en el bosque. Vinieron a mi mente las palabras de las escrituras, palabras dichas por el Señor cuando estaba sobre el monte enseñando al pueblo. El dijo: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder: "Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero y alumbra a todos los que están en casa. "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mateo 5:14-16)

No solamente el Templo de Washington, sino todo este pueblo ha llegado a ser una ciudad asentada sobre un monte que no puede ser escondida.

A veces nos sentimos ofendidos cuando un miembro de la Iglesia se ve envuelto en un crimen y la prensa rápidamente puntualiza que es mormón. Comentamos entre nosotros que si hubiera sido miembro de cualquier otra iglesia no se habría hecho ninguna mención.

¿No es acaso una alabanza indirecta a nuestra gente? El mundo espera algo mejor de nosotros, y cuando alguno falla, la prensa rápidamente toma cuenta de ello. Hemos llegado realmente a ser una ciudad asentada sobre un monte para que el mundo vea. Si queremos llegar a ser lo que el Señor espera de nosotros, deberemos en verdad llegar a ser: "Real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable." (1 Pedro 2:9)

A menos de que el mundo cambie el curso de sus tendencias actuales (y eso no es probable); y si, por otra parte, continuamos siguiendo las enseñanzas de los profetas, seremos cada vez más, un pueblo peculiar del cual el mundo tomará nota.

Por ejemplo, mientras la integridad de la familia se desmorona bajo la presión mundana, nuestra posición sobre la santidad de la farnilia debe ser más obvia y aun más peculiar en contraste, si es que tenemos la fe de mantener esa posición.

A medida en que la actitud permisiva hacia el sexo se expande cada vez más, la doctrina de la iglesia, enseñada en forma consistente durante más de un siglo, se volverá singular y aún extraña a muchos. Mientras el consumo de alcohol aumenta cada año bajo las costumbres de la sociedad y la atracción de la propaganda, nuestra posición establecida por el Señor hace más de un siglo, se volverá más extraña para el mundo.

Mientras que el gobierno asume cada vez más la carga del cuidado de las necesidades de los humanos, la independencia de nuestros servicios sociales y la doctrina que la respalda, se volverán más y más singulares. Mientras el día Sabático se ha vuelto un día de mercado, los que obedecen los preceptos de la ley escrita por el dedo del Señor en Sinaí y reforzado por la revelación moderna, aparecerán como poco usuales.

No siempre es fácil vivir en el mundo sin ser parte de el. No podemos vivir enteramente entre nosotros, ni deseamos hacerlo. Debemos mezclarlos con otros. Al hacer esto podemos ser bondadosos. Podemos ser inofensivos. Podemos evitar cualquier actitud o espíritu farisaico. pero podemos mantener nuestras normas. La tendencia natural es ser de cualquier otra manera y muchos sucumben a ella.

En 1856, cuando estábamos solos en estos valles, muchos pensaron que estábamos a salvo de las maneras del mundo. A ellos el Presidente Heber C. Kimball les dijo: "Quiero decirles mis hermanos, que vendrán tiempos en que estaremos en estos valles pacíficos, mezclados de tia manera, que será dificil distinguir entre el rostro de un Santo de la cara de un enemigo del pueblo de Dios. Entonces hermanos", prosiguió, "estad atentos al tamiz, porque vendrán tiempos en que seréis cernidos y muchos caerán; pues os digo que habrá una prueba, una prueba; una PRUEBA que vendrá, y, ¿quién se podrá mantener?" (Orson F, Whitney, 'Vida de Heber C. Kimball' [Bookcraft, 1945),p.446)

No conozco la naturaleza precisa de esa prueba. Pero me inclino a pensar que el tiempo llegó y que la prueba consiste en nuestra capacidad de vivir el evangelio en lugar de adoptar las costumbres del mundo. No abogo por un retiro de la sociedad. Al contrario tenemos.la responsabilidad y el desafío de tomar nuestro lugar en el mundo de los negocios, ciencia, educación, gobierno, medicina y cualquier otra vocación constructiva y que valga la pena. Tenemos la obligación de capacitar nuestras manos y mentes para destacarnos en el trabajo del mundo para bendición de toda la humanidad. Al hacer esto debemos trabajar con otros, pero esto no significa que debemos renunciar a nuestras normas.

Podemos mantener la integridad de nuestras familias si seguimos el consejo de nuestros líderes. Al hacerlo, los que nos observan nos respetarán y serán llevados a preguntar cómo lo hacemos.

Podemos oponernos a la marea de pornografía y lascivia que está destruyendo la fibra misma de las naciones. Podemos evitar tomar parte de las bebidas alcohólicas y apoyar las medidas que regulen las ventas y su exposición. Al hacerlo encontraremos a otros que piensan como nosotros y que se unirán a la lucha.

Podemos encargarnos más especialmente de nuestros necesitados en lugar de pasar la carga al gobierno y de esa manera preservar la independencia e integridad de los que realmente necesitan ayuda.

Podemos evitar hacer compras en domingo. Con otros seis días en la semana, ninguno de nosotros tiene necesidad de comprar muebles en día domingo. Ninguno de nosotros necesita comprar ropa en domingo. Con un poco de planeamiento podemos fácilmente evitar comprar alimentos en domingo. A medida en que observemos estas y otras normas enseñadas por la Iglesia, muchos en el mundo nos respetarán y encontrarán la fuerza para hacer lo que saben es justo. Y en las palabras de Isaías: Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñarán sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, Y de Jerusalén la palabra. (Isaías 2:3)

La vela que el Señor encendió en esta dispensación puede ser una luz para todo el mundo, y otros, viendo nuestras buenas obras los llevarán a glorificar a nuestro Padre en los cielos y a emular en sus propias vidas el ejemplo que han observado en la nuestra.

Al dejar el templo de Washington, uno de los líderes de nuestra nación, mirando hacia las agujas dijo: "esta hermosa estructura es un símbolo de las virtudes que han hecho de nosotros una gran nación y un gran pueblo. Necesitamos estos símbolos."

Puede haber muchos más símbolos aparte del templo de Washington, y aún mayores y más impresionantes. Comenzando con usted y yo, puede haber todo un pueblo que. por la virtud de nuestras vidas. en nuestros hogares, en nuestra vocación, aún en nuestros pasatiempo: se puede convertir en una ciudad asentada sobre un monte hacia quien el mundo puede mirar y aprender, un pendón a las naciones de quien la tierra pueda tomar fuerza.


CAPITULO5. LA FUERZA DE LA ORACIÓN FAMILIAR

Caminé por un puesto de revistas observando lo expuesto, intrigado por la cantidad de publicaciones sobre la reestructuración y embellecimiento de nuestros hogares. Solamente sus títulos eran suficientes para excitar la imaginación hacia el mejoramiento, y su contenido indicaba una cantidad de sugerencias de como vestir una casa antigua o planear una nueva.

Entonces mis ojos se dirigieron a las revistas de noticias. Impresas en la carátula, con grandes letras brillantes, habia una pregunta inquietante "¿Serán nuestras calles nuevamente seguras alguna vez?" En su interior leí una entrevista entre los editores de la revista y el presidente de la Asociación Internacional de Jefes de Policía, Stanley R. Schrotel de Cincinnati. La entrevista describía lo que leemos últimamente en forma tan frecuente el crecimiento de asaltos, robos y otros serios crímenes infligidos a personas inocentes. Nuevas historias indican que uno no puede caminar a salvo por las calles de algunas de nuestras ciudades mas orgullosas. Esto no solo ocurre en los Estados Unidos; el mismo problema se sieñte en todo el mundo.

Cito lo que se dijo en la entrevista con el Comisario Schrotel:

"P. ¿Usted está diciendo que se debe culpar a los padres por la delincuencia juvenil?"

"R. Debiera haber dicho que hay una gran necesidad de tener hogares más fortalecidos, mayor respeto a los padres como símbolo de autoridad, y mas guía por parte de los padres.

A esto yo encuentro solo una interpretacion hay serias fallas en los hogares de las personas. Hay falla en cultivar las virtudes que llevan a un mayor respeto por la ley, respeto por los que nos rodean, aún respeto por uno mismo.

Otros síntomas, menos dramáticos, pero igualmente importantes en sus consecuencias, se hallan en el aumento de tragedias domésticas, los hogares deshechos, los niños que se ven sueltos de las ataduras que debieran darle seguridad y estabilidad en sus vidas. Agreguemos a esto los casos de integridad dudosa, fechorías y abandono y tenemos un cuadro miserable y desolador.

Pablo en la antigüedad declaró a Timoteo: "También debes saber esto; que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos"; no dijo nada respecto a bombas atómicas o misiles internacionales o submarinos portadores de muerte. En cambio serán tiempos peligrosos porque: "Habrá hombres amadores de si mismos...blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos ...sin afecto natural ...aborrecedores de lo bueno." (2 Timoteo 3:1-3)

El Jefe de policía nombró algunas de las cosas que haría para paliar este penoso problema.

Incluyó legislación estricta y más sentencias a prisión. No pretendo cuestionar su fórmula, pero no creo que sea una solución durable o básica. Se revertirá la situación solamente cuando se alteren los principios que gobiernan la conducta de la gente.

Honestidad, carácter e integridad no provienen de leyes o de la acción policial. Será solamente cuando volvamos a incluir en nuestro quehacer, las virtudes de una verdadera civilización, que cambiará el molde de nuestro tiempo. Ese proceso debe comenzar en los hogares de la gente. Debe comenzar con el reconocimiento de Dios como nuestro Padre Eterno y nuestra relación con El como el de sus hijos, comunicándonos con El reconociendo su posición como soberano, suplicando por su guía en nuestros asuntos.

Oración, oración familiar, en los hogares de éste y otros países, es una de las simples medicinas que pueden remediar la enfermedad que ha erosionado la fibra de nuestro carácter. Es tan simple como un rayo de sol e igualmente efectivo para curar nuestro mal. No podemos esperar el milagro en un día, pero en una generación tendríamos un milagro. Hace una o dos generaciones atrás, la oración familiar era en el mundo entero, algo tan común y parte de la vida cotidiana como el comer. A medida en que esta práctica ha desaparecido, ha decaído nuestra moral. Me satisface el hecho de que no hay un sustituto adecuado para la costumbre de arrodillarse juntos, padre, madre y los niños, por la mañana y la ñoche. Esto hará más para el embellecimiento y fortalecimiento de nuestros hogares, que las pesadas alfombras y hermosos cortinados o el equilibrio justo de coloridos esquemas.

En la simple postura de arrodillarse, hay algo que contradice las actitudes descritas por Pablo: "Orgullosos ...soberbios ...vanagloriosos" La contínua práctica del padre, madre y niños arrodillándose juntos, evapora las cualidades descritas: "desobediente a los padres, sin afecto natural" (2 Timoteo 3:2-4)

Hay algo en el acto de dirigirse a la Deidad que deja fuera de lugar la tendencia a la blasfemia o a volverse amadores de los deleites más que de Dios.

La inclinación de ser impío, como lo describió Pablo, de ser ingrato, se borra cuando juntos como familia agradecemos al Señor Por la vida, la paz y todo lo que tenemos.

La escritura declara: "Darás las gracias al Señor tu Dios, en todas las cosas" y luego, "..Y en nada ofende el hombre a Dios, o contra ninguno está encendida su ira, sino aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos." (D&C 59:7,21)

Al recordar juntos ante el Señor a los pobres, los necesitados y los oprimidos, se desarrolla en forma inconsciente pero real, amor por los demás, por encima de uno mismo, un respeto por otros, un deseo de servir las necesidades de los demás. Uno no puede pedir a Dios que ayude a alguien que esta necesitado, sin sentirse motivado para hacer algo por esa persona por la que está pidiendo. Qué milagros habría en los niños de Ainérica y el mundo, si dejaran de lado su egoísmo y se perdieran en el servicio a otros. La semilla de la que saldría ese árbol protector, es mejor plantada y nutrida en las súplicas diarias de las familias.

No veo una mejor forma de inculcar amor a la patria, que la de tener padres que oran delante de sus hijos pidiendo por el presidente y el congreso, o por la reina y el parlamento del país en que viven.

En la cartelera de algunas de nuestras ciudades se lee: "Una nación que ora es una nación en paz. Yo creo esto. Y espero que sea algo más que un lema contagioso. Estoy seguro de que no tendremos paz a menos y hasta que lo pidamos en el nombre del Príncipe de Paz.

No conozco nada que alivie esa tensión familiar, que traiga de manera sutil respeto a los padres, que lleve a la obediencia y que afecte el espíritu de arrepentimiento y que borre ampliamente la plaga de hogares destrozados, salvo el orar juntos, confesando las debilidades ante el Señor, invocando sus bendiciones para el hogar y los que viven en el.

Me impresionó algo que dijo James H. Moyle, quien escribió a sus nietos sobre la oración familiar en su hogar. "Nunca nos hemos ido a la cama sin antes hincarnos en oración para suplicar guía divina y aprobación. Pueden surgir diferencias en las familias mejor gobernadas, pero se disiparan por ...el espíritu de oración...Su propia psicología tiende a producir familias más justas entre los hombres. Tiende a la unión, amor perdón y al servicio."

En 1872, el Coronel Thomas L. Kane, el gran amigo de los Santos de los Ultimos días en los días de su angustia en Iowa y cuando el ejército venía al Valle de Lago Salado, vino otra vez al oeste con su esposa y dos hijos. Viajaron a St George con Brigham Young, posando cada noche en los hogares que estaban en su camino. La Sra Kane escribió una serie de cartas a su padre que estaba en Filadelfia. En una de ellas decía: "En cada uno de los hogares en los que hemos parado en este viaje tuvimos una oración inmediatamente después de la cena, y oraciones otra vez a la mañana antes del desayuno. Nadie podía faltar ...Los Mormones ...se arrodillan inmediatamente, mientras que el jefe de familia, o algún honrado invitado ora en voz alta ...Pierden poco tiempo en palabras, sino que piden lo que necesitan y le agradecen lo que les ha dado ...dan por sentado que Dios sabe nuestros nombres familiares y títulos, y le piden una bendición para un individuo en particular ...una vez que me acostumbré, esto me gustó."

¡Oh, que nuestro pueblo cultive esta práctica, que era tan importante para nuestros pioneros! La oración familiar era tan parte de su adoración, como lo eran las reuniones conducidas en el Tabernáculo de Salt Lake. Con la fe que viene de estas invocaciones diarias desmontaron la artemisia, llevaron el agua a la tierra reseca, hicieron que el desierto floreciera como la rosa, gobernaron sus familias en amor, vivieron en paz el uno con el otro, e hicieron sus nombres inmortales al perderse en el servicio a Dios.

Hemos llegado al trágico punto de nuestra historia, en el que evidentemente no podemos pedir las bendiciones de Dios en nuestras escuelas, pero podemos orar en nuestros hogares. La familia es la unidad de la sociedad. La oración familiar es la esperanza de una sociedad mejor. "Buscad al Señor mientras puede ser hallado." (Isaías 55:6)

Hace un tiempo atrás, me emocionó la desoladora declaración hecha por un joven misionero en Japón. Dijo: "He estado aquí por meses. No puedo aprender el idioma. No me gusta la gente. Estoy deprimido y lloro a la noche. Le escribí a mi madre y le supliqué por una excusa para volver a casa. Me contestó: Estamos orando por ti. No hay un solo día que pase sin que todos nos arrodillemos juntos a la mañana antes de comer, y a la noche al acostarnos, suplicando al Señor que te bendiga. Hemos agregado ayuno a nuestra oración; Padre Celestial, bendice a Johnny en Japón y ayúdale entender y aprender el. idioma para que pueda hacer el trabajo al que ue llamado hacer. Entre lágrimas este joven continuó diciendo, "Voy a probar otra vez. Agregar mis oraciones a la de ellos, y mi ayuno a su ayuno."

Cuatro meses más tarde, me escribió una carta en la que me decía, "Ha ocurrido un milagro. El idioma me ha venido como un don del Señor. He aprendido a amar a la gente en este hermoso país. Gracias a Dios por las oraciones de mi familia."

¿Podemos hacer que nuestros hogares sean más hermosos? Sí, dirigiéndonos como familias a la fuente de toda verdadera hermosura. ¿Podemos fortalecer nuestra sociedad y hacer un lugar mejor del sitio en que vivimos? Sí, fortaleciendo la virtud en nuestra vida familiar, arrodillándonos en oración familiar y suplicando al Todopoderoso en el nombre de su Amado Hijo. Esta simple práctica, de volver la familia a la adoración, llevada a través del país y del mundo, haría que en una generación desapareciera la plaga que nos está destruyendo y restablecería la integridad, respeto mutuo, y un espíritu de agradecimiento en el corazón de la gente.


CAPITULO6. MIRAD A VUESTROS PEQUEÑITOS

Una tarde llevamos a nuestros nietos al circo. Yo estaba más interesado en mirarlos a ellos y a los otros niños, que en mirar al hombre que volaba en el trapecio. Los miraba mientras en forma alternada se reían y miraban con ojos agrandados las excitantes maniobras que había frente a ellos. Y pensé en el milagro de los niños, quienes llegan como una renovación constante de la vida y propósito del mundo. Observándolos en la intensidad de su interés, aún en esta atmósfera, mi mente se volvió a esa hermosa y emocionante escena registrada en el libro de 3 Nefi cuando el Señor resucitado tomó a los niños pequeños en sus brazos y lloró mientras los bendecía y le dijo al pueblo, "Mirad a vuestros pequeñitos." (17:23)

Es tan obvio en el mundo actual que el gran bien y el terrible mal, son los dulces y amargos frutos de la crianza de los niños de ayer. Así como capacitamos una nueva generación. será el mundo dentro de unos años. Si usted esta preocupado por el futuro, entonces preocúpese de la crianza de sus hijos. Sabiamente el escritor de Proverbios declaró: "Instruye al niño en su camino, y aún cuando sea viejo no se apartara de el."(Proverbios 22:6)

Cuando yo era un muchacho, vivíamos durante el verano eri una granja de frutales. Cosechábamos grandes cantidades de duraznosmuchos camiones cargados de ellos. Nuestro padre nos llevó a ver las demostraciones de cómo podar, dadas por la Facultad de Agronomía. Durante enero y febrero, todos los sábados íbamos a la granja y podábamos los árboles. Aprendimos que al cortar y aserrar en los lugares correctos, aún cuando hubiera nieve en la tierra y la madera parecia muerta, podíamos moldear el árbol para que cuando el sol llegara en la primavera y el verano, tocara la fruta. Aprendimos que en febrero podíamos determinar con bastante exactitud la clase de fruta que cosecharíamos en septiembre.

E.T. Sullivan escribió una vez estas interesantes palabras: "Cuando Dios quiere que se haga una gran obra en el mundo, o que se corrija algún gran error, lo hace de una manera poco usual.

No envía terremotos o rayos. En lugar de eso, hace que nazca un bebé indefenso, tal vez en un hogar simple con una oscura madre. Entonces Dios pone en el corazón de la madre una idea y la madre la pone en la mente del bebé. Y entonces Dios espera. Las grandes fuerzas del mundo no están en los terremotos y rayos. Las grandes fuerzas del mundo están en los bebés." (The Treasure Chest, [El Arcon de los Tesoros] p.53)

Y esos bebés. me gustaría agregar. llegarán a ser fuerzas del bien o del mal. dependiendo en gran medida en cómo sean criados. Sin equivocarse, el Señor ha declarado: "Pero yo os he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad." (D&C 93: 40)

Si me perdonan por sugerir lo que es obvio, lo hago solamente porque lo obvio, en muchas instancias, no se observa. Lo obvio, respecto a los niños, incluye cuatro imperativos: Amarlos. Enseñarles. Respetarlos. Orar con ellos y por ellos.

Hay una calcomanía para los autos que se ve mucho estos días y que dice: '¿Ha abrazado hoy a su hijo?" Cuán afortunado, cuán bendecido es el niño que siente el afecto de sus padres. Ese calor, ese amor que dará dulce fruto en los años que seguirán. En larga medida la dureza que caracteriza tanto a nuestra actual sociedad, es el resultado de la dureza impuesta a los niños años atrás.

Un día, cuando me éncontré con uno de mis amigos de la infancia, me asaltaron una cantidad de recuerdos del lugar en el que nos críamos. Era un microcosmo del mundo, con mucha variedad de gente. Era un grupo muy entrelazado, y creo que nos conocíamos todos. Creo también, que los amamos a todos, es decir, con la excepción de un hombre. Yo debo confesar: yo detestaba a ese hombre. Desde entonces me he arrepentido de ese sentimiento. pero al mirar atrás, puedo sentir otra vez la intensidad de mi sentimiento. Sus jóvenes hijos eran nuestros amigos, pero él era mi enemigo. ¿Por qué esta fuerte antipatía? Porque castigaba a sus hijos con un cinto o una vara o con lo que tuviera a mano, cuando su ira aparecía ante la menor provocación.

Tal vez el hombre me disgustaba tanto a causa del hogar donde yo vivía, donde había un padre quien, por alguna silenciosa magia, era capaz de disciplinar a su familia sin el uso de ningún instrumento de castigo, aunque a veces lo hubiéramos merecido.

He visto los frutos del temperamento de nuestro vecino repetirse en las perturbadas vidas de sus hijos. Desde entonces, he descubierto que él era uno de esos padres que parecen incapaces de nada, salvo la dureza, con aquellos por los cuales son responsables de que hayan venido al mundo. También he llegado a entender que este hombre, que está en los recuerdos de mi infancia, es sólo un ejemplo de incontables miles que hay en el mundo y que abusan de los niños. Cada asistente social, cada oficial de guardia en el cuarto de emergencia de un gran hospital, cada policía y juez de una gran ciudad puede contarles sobre ellos. Todo el trágico cuadro habla de palizas, patadas. bofetadas, aun de asalto sexual a niños pequeños. Y junto a éstos, hay otros hombres y mujeres viciosos que explotan a sus hijos con propósitos pornográficos.

No quiero seguir con esta desagradable descripción. Solamente deseo decir que ningún hombre que profesa seguir a Cristo y ningún hombre que profesa pertenecer a esta iglesia puede estar envuelto en estas prácticas sin ofender a Dios y repudiar las enseñanzas de su Hijo. Fue Jesucristo mismo quien declaró. sosteniendo ante nosotros el ejemplo de pureza e inocencia de los niños: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños..., mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar." (Mateo 18: 6)

¿Puede haber mayor denuncia contra los que abusan de los niños, que estas palabras dichas por el Salvador de la humanidad? ¿Quiere usted un mayor espíritu de amor en el mundo? Entonces comience dentro de las paredes de su propio hogar. Mire a sus pequeñitos y vea en ellos las maravillas de Dios, de cuya presencia han venido hace poco.

Brigham Young dijo una vez: "Un niño ama la sonrisa de su madre, pero odia su ceño fruncido. Le digo a las madres que no permitan que sus hijos hagan lo malo, pero que a la vez, los traten con dulzura." (discursos de Brigham Young, p. 323) Dijo mas adelante: "Críen a sus hijos en amor y temor al Señor; estudien su disposición y temperamento, y trátenlos de acuerdo a éstos, no permitiéndose nunca corregirlos en el calor de la pasión; enseñarles por amor a usted, en lugar de hacerlo por temor." (Ibíd., p. 320)

Por supuesto que se necesita disciplina para criar a una familia. Pero la disciplina con severidad, disciplina con crueldad, lleva no a la corrección, sino inevitablemente al resentimiento y amargura. No cura nada, sino que agrava el problema. Es contraproducente. Al establecer el espíritu de gobierno dentro de su Iglesia, el Señor ha establecido también el espíritu de gobierno en los hogares a través de estas grandes palabras de revelación: "Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener sino por la persuasión, longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero; reprendiendo en la ocasión con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo. y entonces demostrando mayor amor hacia el que has reprendido, no sea que te considere su enemigo; para que sepa que tu fidelidad es más fuerte que los lazos de la muerte." (D&C 121: 41. 43-44)

Mirad a vuestros pequeñitos y enseñadles. No debo recordarles que con su ejemplo harán más que con ninguna otra cosa, para imprimir en sus mentes un tipo de vida. Es siempre muy interesante conocer los hijos de los viejos amigos para encontrar otra generación que camina los senderos de sus padres y madres.

Se cuenta una historia de que en la Roma antigua un grupo de mujeres estaban enseñando con vanidad, sus joyas a otras. Entre ellas estaba Cornelia, la madre de dos niños. Una de las mujeres le dijo: "¿Y donde están tus joyas?" Cornelia dijo, señalando a sus hijos: "Estos son mis joyas." Bajo su tutela, y caminando en la huella de las virtudes de su vida, crecieron para ser Cayo y Tiberio Graco- Los Graco, como se los llamaba- dos de los más persuasivos y efectivos reformadores de la historia Romana. As! como son recordados y nombrados, también será recordada y alabada la madre que los crió, según el molde de su propia vida.

Permítanme volver a las palabras de Brigham Young: "Que vuestro constante cuidado sea para los niños que Dios tan bondadosamente les ha dado para enseñarles en su temprana juventud la importancia de los oráculos de Dios, y la hermosura de los principios de nuestra santa religión, así, cuando crezcan a los años que los harán hombres y mujeres, también los apreciarán tiernamente y nunca abandonarán la verdad." (Discursos de Brigham Young, p. 320)

Reconozco que hay padres que a pesar de dar su amor y haber hecho un fiel esfuerzo para enseñarles, ven que sus hijos crecen de manera contraria y lloran mientras sus hijos e hijas se apartan y por su propia voluntad siguen cursos con trágicas consecuencias. Por ellos siento gran simpatía, y quisiera citarles las palabras de Ezequiel: "...El hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo..." (Ezequiel 18: 20)

Pero esa es la excepción, no la regla. Ni la excepción nos justifica para que dejemos de hacer todos los esfuerzos mostrando amor, ejemplo y preceptos correctos al criar a los que Dios nos dio en sagrada responsabilidad.

Ni nunca debemos olvidar las necesidades de nuestros pequeñitos. Bajo la palabra revelada del Señor, sabemos que son hijos de Dios tal como lo somos nosotros, mereciendo el respeto que viene del conocimiento de esos principios eternos. La verdad es que el Señor aclaró que a menos que desarrollemos en nuestras propias vidas la pureza, la ausencia de engaño, la inocencia del mcl, no podremos entrar en su presencia. El declaró: "De cierto os digo, que si no os volvéis como este niño, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 18: 3)

Una vez Channing Pollock escribió unas palabras interesantes y estimulantes: "Contemplando la adolescencia a través de la cual desdeñamos lo que está mal, algunos de nosotros desearíamos ...que pudiésemos nacer viejos, y volvernos jóvenes y más limpios y aún más simples e inocentes, hasta que al final, con las almas blancas de los niños pequeños, pudiéramos acostarnos en el sueño eterno." (The World's Slow Stain, Reader's Digest, junio 1960, p.77)

Mirad vuestros pequeñitos. Orad con ellos. Orad por ellos y bendecidlos. El mundo en el que se mueven es complejo y dificil. Caerán en profundos mares de adversidad. Necesitarán toda la fuerza y toda la fe que les puedan dar mientras aún están cerca de ustedes. También necesitarán una mayor fuerza que viene del poder de lo alto. Deberán hacer algo más que continuar con lo que encuentren. Deben elevar al mundo y los únicos niveladores que tendrán son el ejemplo de sus propias vidas y la persuasión que vendrá de sus testimonios y su conocimiento de las cosas de Dios. Necesitarán la ayuda del Señor. Mientras sean jóvenes, orad con ellos para que lleguen a conocer la fuente de fortaleza que siempre tendrán a su disposición en la hora de necesidad.

Me encanta oír a los niños orar. Y aprecio oír a los padres orar por sus hijos,. Me paro reverente frente a un padre que con la autoridad del santo sacerdocio, pone sus manos sobre la cabeza de un hijo o una hija en los momentos de decisiones importantes y que en el nombre del Señor y bajo la dirección del Espíritu Santo da una bendición de padre.


CAPITULO7. UN HOMBRE HONESTO LA OBRA MAS NOBLE DE DIOS

Entre muchas otras cartas sin firmar, recibí una de particular interés. Contenía un billete de veinte dólares acompañado por una breve nota que decía que había venido a mi casa muchos años atrás. Al no recibir respuesta al timbre, había probado la puerta, y viendo que estaba sin llave, había entrado y caminado por la casa. Vió un billete de veinte dólares sobre el aparador, lo tomó, y se fue. A través de los años su conciencia lo había molestado, y ahora devolvía el dinero.

No incluyó nada de interés durante el período en el cual usó el dinero. Pero al leer su patética carta pensé en la usura a la que se había sujeto durante un cuarto de siglo con el incesante remordimiento de su conciencia. No hubo paz para él hasta que hizo una restitución.

Nuestro periódico local tenía una historia similar. El estado de Utah recibió una nota sin firmar junto con doscientos dólares. La nota decía: El dinero adjunto es como pago del material usado durante los años que trabajé para el estado, tal como sobres, papel, estampillas, etc.

Imaginen la inundación de dinero que caería sobre las oficinas de gobierno, negocios y mercaderes si todos lo que han hurtado un poco aquí, otro poco allá fuesen a devolver lo que han tomado en forma deshonesta. El costo de todos los paquetes de mercaderías del supermercado, de cada corbata o blusa comprada en los centros de compra, incluye para cada uno de nosotros, el costo de lo que se roba.

Cuán barato venden algunos hombres y mujeres, su buen nombre. Yo recuerdo el caso, ampliamente publicado, de una figura pública prominente, que fue arrestado por llevar un artículo que costaba menos de cinco dólares. No sé si fue condenado por la corte, pero su insignificante delito lo había condenado ante el pueblo. Por lo menos, en cierta medida su tonto acto había anulado mucho del bien que había hecho y era aún capaz de hacer.

Cada vez que abordamos un aeroplano pagamos un impuesto para que nuestras personas y equipaje sean registrados para nuestra seguridad. Sumado esto llega a millones de dólares, todo a causa de la temida deshonestidad de unos pocos que a través de amenazas ,y chantaje tratan de obtener lo que no es de ellos.

Una de nuestras revistas nacionales no hace mucho publicó sobre un fraude de miles de millones conectados con Medicaid. Había implicados algunos pacientes, hospitales, clínicas, laboratorios y aún, médicos, todos tras el dólar deshonesto. Reclamos de seguros falsos, gastos falsos, cheques espurios, documentos falsificados, todos éstos, síntomas de una epidemia de increíble proporciones. En la mayoría de los casos el monto individual incluído era pequeño, pero en su totalidad representa deshonestidad personal en gran escala.

El libro de Génesis contiene esta notable declaración: "Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador del cielo y la tierra, Que desde un hilo, hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo." (Génesis 14:22,23.)

Afortunadamente aún hay quienes observan estos principios de rectitud personal. Una vez íbamos viajando en un tren de Osaka a Nagoya, Japón. En la estación había algunos amigos esperándonos, y en la excitación, mi esposa dejó su cartera en él tren. Llamamos a la estación de Tokio para informar. Cuando unas tres horas más tarde llegamos a destino la compañia de ferrocarril llamó para informar que la cartera estaba allí. Nosotros no volvíamos por Tokio y pasó más de un mes hasta que recibimos la cartera en Salt Lake City. Todo lo que había en la cartera, estaba allí cuando nos fue devuelta.

Me temo que este tipo de experiencias se están volviendo cada vez más raras. En nuestra infancia nos contaban historias de George Washington confesando que había talado el cerezo, y Abraham Lincoln caminando una gran distancia para devolver una pequeña moneda a su dueño. Pero inteligentes maledicentes, en su injusto celo, han destrozado la fe en este tipo de honestidad; los medios de comunicación en demasiadas instancias, han desfilado ante nosotros una procesión de decepciones en sus muchas y feas formas.

Lo que alguna vez estuvo controlado por las normas morales y éticas, ahora buscamos que sea manejado por la ley pública. Y así se. multiplicaron los estatutos; las agencias de refuerzo consumen billones que van en aumento, se expanden constantemente las prisiones, pero el torrente de deshonestidad sigue cayendo y aumenta en volumen.

Por supuesto que la falsedad no es nueva. Es tan antigua como el hombre. "Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió; No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Génesis 4: 9)

Preguntó el Profeta Malaquías del Israel antiguo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?, en vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado." (Malaquías 3: 8-9)

Aún después del milagro de Pentecostés fue manifiesto el fraude entre algunos de los que habían entrado a la Iglesia. Los que se habían convertido vendieron sus tierras y trajeron el dinero y lo ponían a los pies de los apóstoles.

"Pero cierto hombre llamado Ananías con Safira su mujer, vendió su heredad, y substrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. "Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y substrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró .... Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: ¿dime, vendísteis en tanto la heredad? y ella dijo: Si, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinísteis en tentar al Espíritu del Señor? Al instante ella cayó a los pies de él y expiró." (Hechos 5: 1-10)

En nuestro tiempo, los que son hallados deshonestos no mueren como Ananías y Safira, pero muere algo dentro de ellos. La conciencia se asfixia, el carácter se debilita, se desvanece el autorrespeto, muere la integridad.

En el Monte de Sinaí el dedo del Señor escribió la ley sobre tablas de piedra. "No robarás." (Exodo 20:15) No había ampliación ni interpretaciones. Y esa declaración estaba acompañada por otros tres mandamientos, la violación de cada uno de los cuales involucra la deshonestidad: "No cometerás adulterio." "No hablarás contra tu prójimo, falso testimonio." "No codiciarás." (Exodo 20: 14,16-17)

¿Hubo alguna vez adulterio sin deshonestidad? En lo vernáculo, el mal se describe como "engañar". Y es realmente engañar, pues roba la virtud, roba lealtad, roba promesas. sagradas, roba autoestima y roba verdad. Lleva envuelta la decepción. Es una deshonestidad personal de la peor especie, pues se vuelve traición de la relación humana más sagrada y una negación a las promesas y convenios hechos ante Dios y el hombre. Es la violación sórdida de una confianza. Es un egoísta modo de hacer a un lado la ley de Dios; y al igual que otras formas de deshonestidad, sus frutos son pena, amargura, compañeros con el corazón destrozados, e hijos traicionados.

"No darás falso testimonio." Otra vez la deshonestidad. La televisión cuenta la historia de una mujer que estuvo en la prisión veintisiete años, había sido condenada por el testimonio de personas que se habían presentado para decir que habían mentido. Yo sé que este es un caso extremo, pero ¿no se han encontrado con reputaciones dañadas, corazones rotos, carreras destrozadas por lenguas mentirosas de los que han dado falso testimonio.?

Hace poco leí un libro de historia, un largo y detallado relato de trucos practicados por las naciones envueltas en la Segunda Guerra Mundial. Su titulo era Bodyguard of Lies (Custodia de Mentiras), tomado de las palabras de Wínston Churchill, quien dijo: "En tiempos de guerra, la verdad es tan preciosa que debiera siempre estar protegida por una custodia de mentiras." (La Segunda Guerra Mundial, Vol. 5, Closing the Ring [Boston: Houghton Mifflfn, 1951). p.383.) El libro habla de los muchos fraudes practicados en ambos lados del conflicto. Mientras lo leía, una vez más llegué a la conclusión de que la guerra es el juego propio del demonio, y entre sus víctimas más serias, está la verdad.

Desafortunadamente, el fácil uso de la falsedad y el fraude siguen después que se han firmado los tratados de paz, y algunos de los que aprenden el arte durante tiempos de guerra, continúan desplegando sus habilidades en días de paz. Entonces, como una enfermedad endémica, el mal se extiende y crece en virulencia.

Cuando los Estados Unidos fueron descubiertos en una situación embarazosa y el presidente no dijo la verdad al mundo, la credibilidad del país se desmoronó tan trágicamente que nunca se recobró enteramente. Qué acciones tan funestas hemos visto recientemente en contraste con la conducta de aquellos Padres Fundadores que hace dos siglos brindaron sus vidas, sus fortunas, y su sagrado honor para establecer la república. Los años que siguieron a esa declaración fueron testigos del empobrecimiento y muerte de muchos de los firmantes, pero se puede decir, para su eterna gloria, que ninguno empañó su sagrado honor.

"No codiciarás."¿No es la codicia -ese mal deshonesto y maligno- la raíz de la mayoría de las tristezas del mundo? los hombres avaros truecan sus vidas, por ese precio tan bajo; hace poco leí un libro de ficción que trataba sobre los oficiales de una gran institución financiera. Con la muerte del presidente, un vicepresidente senior disputaba el puesto. La novela es una historia de intrigas de un hombre que era capaz y honorable, pero que en su avaricia por ir hacia arriba, comprometió sus principios hasta estar totalmente destruído, y en el proceso casi llevó a la ruina la misma institución que pretendía dirigir. El cuento es una ficción, pero las historias de negocios, gobierno, de instituciones de varias clases, están repletas de instancias de hombres codiciosos que en su trepar egoísta y deshonesto, destruyen a otros y eventualmente se destruven a sí mismos.

Hombres buenos, bien intencionados, hombres de gran capacidad, comercian carácter por chucherías que se vuelven cera ante sus ojos y sueños que solo se vuelven pesadillas persecutorias.

Cuan rara la gema, cuan preciosa la joya, es el hombre o mujer en la que no hay engaño, fraude ni falsedad. En años recientes hemos visto la tragedia de la deshonestidad que habla de coimas en las primeras páginas de los diarios de los Estados Unidos, Japón y Europa. Y a medida en que estas noticias nos inundan, se nos recuerdan las palabras de Benjamín Franklin: "Una pequeña pérdida, hundirá un buque," y también las palabras de Andrew Jackson: "Ningún gobierno libre puede sostenerse sin la virtud de su pueblo." El autor de Proverbios escribió:

"Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: "Los ojos altivos. la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, "El corazón que maquina pensamientos inicuos. los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre sus hermanos." (Proverbios 6: 16-19)

El reconocimiento hecho hace muchos años por un poeta inglés es verdadero aun hoy: "Un hombre honesto es la obra mas noble de Dios." (Alexander Pope.) Donde hay honestidad, seguirán otras virtudes.

El último Artículo de Fe de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días afirma que "Creemos en ser honestos, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos, y en hacer el bien a todos los hombres."

No podemos ser menos que honestos, no podemos ser menos que verídicos, no podemos ser menos que virtuosos si es que vamos a mantener sagrada la confianza que se nos ha dado. Se decía una vez entre nuestro pueblo que la palabra de un hombre era tan buena como su fianza. ¿Debemos ser nosotros menos confiables, menos honestos, que nuestros antecesores?

A aquellos que están viviendo este principio, que el Señor los bendiga. Es de ustedes el precioso derecho de mantener sus cabezas en alto a la luz de la verdad, sin vergúenza ante cualquier hombre. Por otra parte, si hay necesidad de reforma, que sea donde estamos ahora. Dios nos ayudará si buscamos esa fuerza que viene de El. Entonces nuestra paz de mente será dulce. Benditos serán aquellos con quienes nos asociamos y vivimos.




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