sábado, 12 de julio de 2008

POR QUE ELLIBRO DE MORMON ES UN LIBRO VITAL DE MENSAJES?


Hay un libro que a la fecha he leído ya varias veces; no obstante, cada vez que me embarco
nuevamente en su lectura, estimula en mí mayor interés.
Se trata de una historia de valor, fe y fortaleza; de perseverancia, sacrificio y logros
sobrehumanos; de intriga, venganza, desastres, guerras, asesinatos y robos; de idolatría y
salvajismo; de milagros, visiones y otras manifestaciones espirituales; de profecías y del
cumplimiento de las mismas.
Por el escenario de este drama de la vida y a través de las diferentes épocas, han desfilado
muchos actores con vistosos y exóticos atavíos, desde el cuerpo desnudo del guerrero pintado de
sangre hasta la pródiga y decorativa pompa de las cortes reales —algunos actores han resultado ser
repugnantes y degradados; otros, tan cercanos a la perfección que conversan con ángeles y con
Dios. Han desfilado los sembradores y segadores, los artesanos, los ingenieros, los comerciantes,
los trabajadores; el libertino en su desenfreno; el alcohólico con su licor; el degenerado pudriéndose
en su perversión sexual; el guerrero en su armadura; y el misionero hincado de rodillas.
Es una historia de acción rápida que cubre la duración total de la vida; una historia de
ideologías opuestas; de monarquías, jurisdicciones y del gobierno de las masas. Sus escenas
trasladan al lector desde un océano o continente hasta el otro. Promete hablar sobre los "últimos
días de Dios", pero a cambio registra los días finales de pueblos enteros y el triunfo de Dios. La
distinción de razas se hace presente con su horrenda fealdad; asimismo los prejuicios raciales con
su odio; y la multiplicidad de credos con sus amargos conflictos.
Desde que este "éxito de librería'' salió de la imprenta, ha sido impreso en casi veinticuatro
idiomas, y se ha producido más de medio millón de ejemplares al año; millones de copias se hallan
en las bibliotecas públicas y privadas y en numerosos hoteles y moteles, al lado de la Biblia.
¿Podría considerarse lo suficientemente instruida una persona que no ha leído este libro?
Su historia tiene un mensaje vital para todo pueblo. Los gentiles encontrarán en él la historia de
su pasado y el potencial de su destino. El pueblo judío encontrará la delincación de su futuro. Serevelan los convenios de Dios con los judíos y las promesas concernientes a Jerusalén, su antigua
ciudad, y sus tierras. También revela la manera en que el tan perseguido pueblo judío, esparcido y
torturado desde su dispersión, puede allegarse a los suyos. Se amonesta a los gentiles a "no . . .
escarnecer ni menospreciar a los judíos, ni hacer burla de ellos, ni de ninguno del resto de la casa
de Israel", porque el Señor recordará su convenio con ellos cuando le respondan. El libro contiene
también la historia de los antepasados de los indios de América y explica la razón del color oscuro
de su piel.
En este libro los arqueólogos podrán encontrar tema de apasionamiento al leer acerca de las
ruinas de antiguas ciudades, carreteras y edificios y de probables tesoros de arte enterrados y
valiosos registros todavía por ser descubiertos.
Los aficionados a las exploraciones y a los viajes se enterarán de insólitas migraciones y
travesías por los océanos, acosadas de peligros de tempestades, arrecifes escondidos, huracanes y
aun rebeliones en alta mar. La primera travesía interoceánica que se registra tuvo lugar hace
aproximadamente cuarenta siglos y fue realizada en ocho barcos de navegación de la longitud de un árbol y con la cubierta, el fondo y los costados ajustados herméticamente como un vaso y los
extremos terminados en punta, como una salsera-submarino, iluminados únicamente por piedras
cristalinas luminosas. Esta flota de barcos fue impelida por los vientos y las corrientes del océano,
desembarcando en un punto común de las Américas, probablemente en la costa occidental.
Hubo otras travesías en el océano además de ésta. Una de las más grandes de tales migraciones,
y tal vez el viaje más trascendental de la historia, tuvo que ver con un grupo de gente que abandonó
Jerusalén en vísperas de la destrucción encabezada por Nabucodonosor. El punto de desembarque
fue probablemente la costa occidental de Sudamérica, a donde los impulsaron las corrientes del
océano. Viajaron en un barco construido por un joven que posiblemente jamás había visto un barco
de navegación oceánica.
Este extraordinario libro también registra la migración de 5.400 personas que en grupo
navegaron hacia el norte sobre la costa del Pacífico en barcos muy grandes, buscando nuevas tierras
que conquistar. Se dice que algunos de ellos parecen haber sido impelidos por las fuertes corrientes
del océano del occidente hacia las islas del mar, convirtiéndose así en los progenitores de los
polinesios.
El estudiante del desarrollo de las sociedades también encontrará en este peculiar libro una
relación de la desintegración de las naciones a causa del orgullo, la vida cómoda y los lujos,
acabando por tener que sufrir hambre y restricciones. Verá a pueblos unidos luchando por su
libertad y su consiguiente degeneración en guerras de aniquilación mutua y en la destrucción de esa
libertad. Verá la tierra mecerse con espigas de grano de siega, al gusano de seda hilar sus tejidos, a
los rebaños y hatos pastar en los campos, a las viñas y huertos producir frutos, y a un pueblo
ataviado con ricos adornos. Verá canteras, talleres de carpintería, minas de explotación y talleres de
artesanía y luego paisajes devastados, hogares incendiados, tierras estériles, enemigos en lucha
abierta, tierras desérticas. Verá torres y templos, cortes reales y palacios de ricos colmados de lujos,
derroche, inmoralidad y corrupción, comparables a las mismas plagas de Babilonia, Jerusalén y
Roma. Este libro debe ser suficiente evidencia de la futilidad de las guerras y de los riesgos de la
injusticia. Sus pocos profetas, inmersos en un mar de barbarie, encuentran difícil prevenir el
desmoronamiento y colapso final de los pueblos corruptos. Se da una grande, pero a la vez
condicional, promesa:
Y esta tierra será una tierra de libertad para los gentiles; y no habrá reyes sobre la tierra. . . .
Y fortificaré esta tierra contra todas las otras naciones.
. . . yo, el Señor, el rey de los cielos, seré su rey, y eternamente seré una luz para aquellos que
oigan mis palabras. (2 Nefi 10:11-12, 14.)

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